El sol calentaba el rostro de los habaneros que se apretujaban en el malecón con sus miradas puestas en el Castillo del Morro y no lejos, en la Plaza de Armas, congregados frente al Palacio de los Capitanes Generales, con gritos de “Viva Cuba Libre” mostraban su emoción incontrolable.
En la azotea del Morro numerosas personas representativas del primer gobierno cubano, rodeaban el desnudo mástil de la bandera. Y de pronto, sorprendiendo a la inmensa multitud, que con tanta ansiedad esperaba ese momento, la bandera cubana con sus tres franjas azules, comenzaba a ascender gloriosa en su alto mástil :
“Gallarda, hermosa, triunfal,
tras de múltiples afrentas,
de la patria representas
el romántico ideal.
Cuando agitas tu cendal,
sueño eterno de Martí,
tal emoción siento en mi,
que indago al celeste velo,
si en ti se prolonga el cielo
o el cielo surge de ti.”
(“A la Bandera Cubana”. Poesía de Agustín Acosta)
Y en el Palacio de los Capitanes Generales, izada por las manos del Mayor General Máximo Gómez , se elevaba nuestra hermosa bandera para confundirse con el bello azul del cielo cubano. Y su estrella solitaria, encendida por los rayos del sol, brillaba, como la misma que guió a los tres Reyes Magos hasta la cuna de nuestro Señor. Y esa estrella solitaria de nuestra bandera, algún día brillará por siempre, para iluminar el camino de amor, libertad y democracia que nos abrió Martí.
En la azotea del Morro numerosas personas representativas del primer gobierno cubano, rodeaban el desnudo mástil de la bandera. Y de pronto, sorprendiendo a la inmensa multitud, que con tanta ansiedad esperaba ese momento, la bandera cubana con sus tres franjas azules, comenzaba a ascender gloriosa en su alto mástil :
“Gallarda, hermosa, triunfal,
tras de múltiples afrentas,
de la patria representas
el romántico ideal.
Cuando agitas tu cendal,
sueño eterno de Martí,
tal emoción siento en mi,
que indago al celeste velo,
si en ti se prolonga el cielo
o el cielo surge de ti.”
(“A la Bandera Cubana”. Poesía de Agustín Acosta)
Y en el Palacio de los Capitanes Generales, izada por las manos del Mayor General Máximo Gómez , se elevaba nuestra hermosa bandera para confundirse con el bello azul del cielo cubano. Y su estrella solitaria, encendida por los rayos del sol, brillaba, como la misma que guió a los tres Reyes Magos hasta la cuna de nuestro Señor. Y esa estrella solitaria de nuestra bandera, algún día brillará por siempre, para iluminar el camino de amor, libertad y democracia que nos abrió Martí.