“Las Bicicletas” (Parte 1)
Al fin llegaban las tan esperadas vacaciones y con ellas los días alegres llenos de sol y de blancas nubes que viajaban por nuestro cielo azul. Las inertes bicicletas, estacionadas en nuestros hogares, aguardaban ansiosas el momento en que nuestros pies pusieran en movimiento sus pedales, para experimentar la emoción de tantas aventuras ciclísticas que realizábamos durante el verano.
Poseer una bicicleta era el mayor de mis deseos. Mi hermano, siempre complaciente, hizo realidad ese deseo. Era una bicicleta fabricada en Inglaterra de color negro, para mi la más hermosa del mundo. Mi hermano nunca podrá imaginar la emoción y el agradecimiento que me produjo su regalo.
Un recorrido en bicicleta era un bálsamo de tranquilidad para nuestras mentes saturadas de aburridas fórmulas matemáticas. El verano era el momento de liberarnos por unos meses de los libros de textos. Y con esa sana alegría de la juventud, nos reuníamos en la esquina de nuestra calle para decidir, después de muchas discusiones, la trayectoria del día.
Santa Maria del Rosario.- Así comenzaban aquellas hermosas mañanas. Muy temprano, nos dirigíamos hacia el pueblo de Santa Maria del Rosario. Se iniciaba el recorrido en la calle Aranguren siguiendo hasta Corralfalso, después continuábamos por la carretera que nos conducía directamente hasta ese pueblo.
La carretera era recta, estrecha, bordeada por amplias fincas dedicadas al cultivo y al ganado. Los árboles, acercándose unos a otros, formaban bosques pequeños que proyectaban sus sombras sobre la tierra fértil, aún húmeda del rocío tempranero. Las palmas, numerosas, se erguían altaneras sobre el verde horizonte. El soplo madrugador de la brisa nos hacía sentir ligeros como el viento. El espectáculo campestre, acompañado de sus olores peculiares, nos producía una apacible satisfacción espiritual.
Ya dentro del pueblo recorríamos sus pintorescas calles. En el centro del mismo las casas se empujaban unas contra otras, como queriendo disputarse el espacio. Cuando nos alejábamos del centro del pueblo la fisonomía urbana se transformaba. Las casas se iban esparciendo, dejando amplios espacios entre ellas, tomando característica de pueblo campestre. La abundante foresta tropical adornaba las calles con una gama de bellos colores. Por encima de las cercas de los patios trepaban silvestres las enredaderas cubiertas de flores. Las ceibas, flamboyanes, mangos y aguacates, se alzaban corpulentos en el interior de los patios. Las plantas de plátanos se asomaban temerosas por encima de las cercas, mostrando sus bondadosos racimos y el verdor de sus anchas hojas.
Después de explorar sus calles, visitábamos la venerable iglesia rebosante de historia. Ya dentro del recinto, absortos, contemplábamos asombrados el imponente altar cubierto de oro y las estatuas que rodeaban todo el recinto. Nos fascinaba esa construcción, aún fielmente mantenida de nuestra historia colonial. Finalmente, regresábamos a Guanabacoa, satisfechos de haber disfrutado de una día saturado de amenas impresiones. (Parte 2 la semana siguiente.)
Al fin llegaban las tan esperadas vacaciones y con ellas los días alegres llenos de sol y de blancas nubes que viajaban por nuestro cielo azul. Las inertes bicicletas, estacionadas en nuestros hogares, aguardaban ansiosas el momento en que nuestros pies pusieran en movimiento sus pedales, para experimentar la emoción de tantas aventuras ciclísticas que realizábamos durante el verano.
Poseer una bicicleta era el mayor de mis deseos. Mi hermano, siempre complaciente, hizo realidad ese deseo. Era una bicicleta fabricada en Inglaterra de color negro, para mi la más hermosa del mundo. Mi hermano nunca podrá imaginar la emoción y el agradecimiento que me produjo su regalo.
Un recorrido en bicicleta era un bálsamo de tranquilidad para nuestras mentes saturadas de aburridas fórmulas matemáticas. El verano era el momento de liberarnos por unos meses de los libros de textos. Y con esa sana alegría de la juventud, nos reuníamos en la esquina de nuestra calle para decidir, después de muchas discusiones, la trayectoria del día.
Santa Maria del Rosario.- Así comenzaban aquellas hermosas mañanas. Muy temprano, nos dirigíamos hacia el pueblo de Santa Maria del Rosario. Se iniciaba el recorrido en la calle Aranguren siguiendo hasta Corralfalso, después continuábamos por la carretera que nos conducía directamente hasta ese pueblo.
La carretera era recta, estrecha, bordeada por amplias fincas dedicadas al cultivo y al ganado. Los árboles, acercándose unos a otros, formaban bosques pequeños que proyectaban sus sombras sobre la tierra fértil, aún húmeda del rocío tempranero. Las palmas, numerosas, se erguían altaneras sobre el verde horizonte. El soplo madrugador de la brisa nos hacía sentir ligeros como el viento. El espectáculo campestre, acompañado de sus olores peculiares, nos producía una apacible satisfacción espiritual.
Ya dentro del pueblo recorríamos sus pintorescas calles. En el centro del mismo las casas se empujaban unas contra otras, como queriendo disputarse el espacio. Cuando nos alejábamos del centro del pueblo la fisonomía urbana se transformaba. Las casas se iban esparciendo, dejando amplios espacios entre ellas, tomando característica de pueblo campestre. La abundante foresta tropical adornaba las calles con una gama de bellos colores. Por encima de las cercas de los patios trepaban silvestres las enredaderas cubiertas de flores. Las ceibas, flamboyanes, mangos y aguacates, se alzaban corpulentos en el interior de los patios. Las plantas de plátanos se asomaban temerosas por encima de las cercas, mostrando sus bondadosos racimos y el verdor de sus anchas hojas.
Después de explorar sus calles, visitábamos la venerable iglesia rebosante de historia. Ya dentro del recinto, absortos, contemplábamos asombrados el imponente altar cubierto de oro y las estatuas que rodeaban todo el recinto. Nos fascinaba esa construcción, aún fielmente mantenida de nuestra historia colonial. Finalmente, regresábamos a Guanabacoa, satisfechos de haber disfrutado de una día saturado de amenas impresiones. (Parte 2 la semana siguiente.)